La Institución Educativa Dr. Alberto Schweitzer proporciona a los alumnos una escala de valores y principios morales de aplicación práctica para su vida. Busca la excelencia educativa en cuanto a lo técnico y lo pedagógico, con la premisa de que lo importante es aprender y no solo aprobar. Para ello, la reflexión sobre las acciones, actitudes, intervenciones, convicciones, métodos y estructuras para lograr los objetivos personales constituyen un sistema educativo propio. Se entiende al hombre como persona en comunidad de personas, que alcanza su plenitud al realizarse en el amor.
Se trabaja a partir del sistema preventivo, que tiene como elementos básicos: el respeto por los niños y jóvenes y la formación de su responsabilidad. Se pretende educar en, del y para el amor, defendiendo los valores de libertad, paz, alegría y solidaridad. Se considera al docente como promotor del hecho pedagógico y centro del sistema, ya que debe lograr en sus educandos la capacidad de análisis y sentido crítico, generar asombro ante un hecho artístico creativo, y promover su interés vital para buscar la verdad, la bondad, y la belleza. El educador debe brindar a sus alumnos un sentido solidario y de verdadero interés por todos los seres vivos y su calidad de vida.
El Ideario institucional fue pensado y elaborado por Eduardo y Elena Pellegrini al comienzo de su proyecto educativo en el año 1971. Fue escrito con la intención de guiar las acciones de los diferentes integrantes de la comunidad en la búsqueda de los objetivos educativos.
Compartimos algunos fragmentos del primer Ideario, que en la actualidad y con actualizaciones, mantiene clara vigencia en su contenido.
Principios del sistema Schweitzeriano
- Respeto por los niños y los jóvenes
- Educar en la responsabilidad
- Educar en la solidaridad
- Educar en la libertad
- Educar en, del y para el amor
- Formación en un ambiente educativo alegre
- Impulsar la defensa de la vida en todas sus formas
- Promover la resignificación crítica de los modelos sociales
Todo acto educativo es un acto de amor y compromiso; sin esto, el esfuerzo del educador es difícil y de dudoso éxito . A partir de esta idea, se asegura que la labor educativa tendrá las siguientes características:
Familiaridad: entender a los niños y jóvenes desde su lugar, dándoles confianza sin perder el sentido de autoridad que debe tener el docente para realizar su labor.
Cordialidad y dulzura: serenidad y profundidad en el afecto. Los niños no solo deben ser amados sino deben darse cuenta de que se los ama.
Afecto incondicional: debe perdurar más allá de las faltas del educando, de tal manera que hasta un llamado de atención o la corrección sean un acto de amor. El alumno es respetado, amado y comprendido tal como es y no como debiera ser.
El rol de la Familia.
Se entiende a la familia como la primera educadora. Es visible el progreso cuando hay acuerdo entre el educador y el padre, en cuanto a propósitos, metas y estrategias. Pocos y arduos serán los logros de la escuela si no hay un trabajo conjunto entre familia y escuela. El padre debe estar cerca de su hijo en la labor de acompañarlo en su desarrollo. No puede estar apartado de lo que le pasa ni separado de la acción educativa. Si cada uno cumple su rol, se mejorarán las condiciones de crecimiento del niño y el joven. La participación de los padres y familiares es muy importante en la comunidad educativa, la misma se lleva a cabo mediante la inserción dentro de los distintos espacios que brinda la institución.